31/7/11

Capítulo 1. Entierro

Jane Henderson, de 16 años, no se imaginaba el efecto que estaba teniendo sobre los demás.
De la sorpresa a la indignación, iba cambiando el estado anímico del que la rodeaba.
Se presento al funeral de su mejor amigo con un vestido veraniego de colores. Y sandalias.
Todos la observaban, enguantados en abrigos y trajes oscuros, bajo la protección de sus paraguas de un riguroso color negro.
Desentonaba. Pero parecía no importarle. Parecía no importarle los comentarios que se hacían sobre ella. Y parecía no importarle el temprano frío de Montana en aquella época del año.
· · ·
Rebecca
Con un vestido ligero, de colores, sin mangas, de tirantes anchos y que le llegaba por la rodilla. Así se ha presentado Jane al entierro. La verdad, es muy extraño; aunque es normal que ni se haya fijado. Debe estar destrozada.
Hace ya una semana del accidente. No ha salido mucho de casa, y aun no he tenido oportunidad de hablar con ella. Salvo hace tres días; me la cruce por la calle. Deambulaba sin rumbo fijo, con una chaqueta mal abotonada y con la mirada perdida. Llegado el momento, no supe que decirle; así que cruce a la otra acera y seguí mi camino.
Me reconcome mi falta de valentía, pero, al mismo tiempo, ¿que podría haberle dicho? Jane y yo no nos conocemos tanto como para que baje sus barreras y se desahogue conmigo.
Nos conocimos a principio de las vacaciones de verano. Me acababa de mudar al pueblo de Terry, a 2 calles de la casa de la familia Henderson.
Terry, sede del condado de Prairie. Lugar de ensueño para quien ame la tranquilidad de la naturaleza. Una tranquilidad que se ha visto sacudida por este trágico incidente. Teniendo todo Terry una población apenas superior a 600 habitantes, es normal que gran parte del pueblo se sienta sobrecogido. Solo en el entierro del “joven Moore”, como le llamaban los mas ancianos del pueblo, debe de estar un décimo de la población total .
Conocí a Jane a los pocos días de instalarme, y enseguida me introdujo en su grupo. Me presento a Joseph, a algun compañero del que seria mi nuevo instituto y a el.
Me pareció un chico estupendo, muy simpático y agradable; se notaba a la legua que el y Jane tenían una relación especial, aunque no parecía que fuesen pareja. No llegué a conocerle mucho, porque a las pocas semanas de haberle conocido se fue a Sacramento a ver a sus padres, ... y ya nunca volvimos a verle.
Al parecer muchas personas ya se habían dado cuenta de la estrecha relación que Jane y el mantenían, porque hay un gran grupo de gente intentando hablar o acercarse a ella. Ella detiene su marcha, mira a la persona, una inclinación de cabeza, y prosigue su camino. Parece que su meta es llegar hasta su asiento cueste lo que cueste.

 · · ·
Joseph
Esta vez he sido puntual. La primera vez en mi vida, seguramente. Era mi mejor amigo, no podía llegar tarde a su propio entierro.
Joder, cada vez que lo pienso... no me lo creo. ¡No es posible, joder!
¿Esta muerto de verdad?
Ya hay bastante gente en el cementerio. Supongo que la ceremonia esta a punto de empezar. Entre tanta gente no consigo ver a Jane. No me imagino como deber estar. Si yo estoy destrozado, ella...
No consigo ver a Jane, pero si a Rebecca.
Esta mirando con cara de preocupación un punto fijo. Sea lo que sea, desde mi posición no consigo verlo. Esta de lado a mi, y no me ve cuando me acerco a ella.
-         Rebecca
-         Ah! Ah, Joseph, hola
Silencio.
-         Em, ¿que tal estas?
-         Apenada. Aunque yo no puedo decir mucho – sigue mirando algo que esta frente a ella. Me fijo y no veo nada entre toda esa masa de paraguas negros. - Era tu mejor amigo, tu debes estar peor.
-         Si... – mi frase se pierde con la brisa. Suspiro – Aun no me lo creo.
-         Ni yo. Hacia tan poco que le conocía...
Otro silencio. Ella todavía no me ha mirado, solo levanto la cabeza cuando la salude. Sigue con la vista fija en algo.
-         ¿Has visto a Jane? – No sabría que decirle, pero siento la necesidad de acercarme a ella. Soy de los pocos que pueden compartir su dolor con sinceridad.
-         Si. Esta justo ahí.
No señala hacia ningún sitio, simplemente mantiene la vista fija hacia delante. Me giro justo cuando la muchedumbre se dispersa hacia sus respectivos asientos.
Jane esta sentada en una silla de la primera fila, con la mirada perdida hacia el ataúd cerrado que hay a escasos metros de ella.
Me aproximo hacia allí.
Espera, espera, espera. ¿Lleva un... vestido de colores? ¡Y con sandalias! Tiene los pies mojados por la hierba. Las cintas de cuero de las sandalias han oscurecido por el rocío tardío, y sus pies se ven pálidos en contraste. Debe estar helada. Pobre, esta como un cencerro. Así no habrá forma de hablar con ella. Por eso estaba Rebecca tan preocupada, y no me extraña.
La gente se agarra a sus abrigos; estamos a mediados de octubre, pleno otoño; las hojas se acumulan a los pies de los arboles y permanecen mojadas hasta que llegue la primera helada del invierno. En Terry, a pesar de estar en otoño, ya hace frío, la brisa es fría, hay llovizna, y hoy nos acompaña una lúgubre neblina al atardecer.
Rebecca y yo tomamos asiento, en segunda fila, al lado contrario al de Jane.
Observo como las ultimas personas se sientan. Esto esta lleno de conocidos: compañeros de clase, el director, varios alumnos de los que ni sabia de su existencia, unos amigos del condado de Rosebud, colindante a Prairie, y otros cuantos, como vendedores de las tiendas a las que mas solíamos ir, y vecinos cotillas.
Esto me esta cabreando. ¿El director? Se vera obligado a ir, pero nunca se llevo bien con el. Los compañeros de clase se toleran, no tenia grandes amigos entre ellos, pero el era un tipo muy sociable, que se llevaba bien con todos los de clase; seguramente estén algo afectados, o simplemente se consideran en la obligación de asistir. Los chavales esos del instituto... supongo que se tomaron muy bien la noticia de una semana de luto en el instituto y su respectiva falta a clase. Me están poniendo enfermo. ¿Y toda esa gente? ¿Que pasa, necesitan una mejor vista del espectáculo? ¿Quieren tomar mi asiento? ¡Segunda fila, señores, no se lo pierdan!
Rebecca pone su mano sobre la mía. Hasta ahora no me había dado cuenta de que tenia los puños apretados.
Me coge la mano, y la acaricia. No habría podido saber de otra forma cuanto necesitaba ese consuelo.
· · ·
Rebecca
Me fijo en unas chicas que nunca había visto. Están admirando sus faldas negras mutuamente. Una no para de alisarse el pelo con las manos; supongo que con esta humedad es una misión imposible. Estas chicas, ¿serian amigas suyas? No lo creo.
Aun así, me giro hacia Joseph para preguntárselo, y me encuentro con un bufido humano. No podría describirle de otra forma. Observa a la gente, la mayoría desconocida para mi, con expresión asesina. Es tan raro verle así, cuando normalmente mantiene una expresión jocosa en la cara, que me da miedo. Entonces me fijo en sus manos; tiene los puños tan apretados que podría partirse los dedos.
No se que le pasa, ni que hacer, pero decido cogerle la mano, puede que le calme. En seguida reacciona, los bufidos van desapareciendo hasta que finalmente suspira. Le sujeto mejor la mano y el baja la cabeza para mirarlas. No se como se sentirá por dentro, pero parece haber funcionado.
- Parece que ya empieza
- ¿Hhmm? - Estoy totalmente distraida y no se de que habla.
- La ceremonia
La gente se pone en pie, y empieza a sonar una música extrañamente familiar.

30/7/11

Prólogo

Jane

Noto la hierba fresca en mis pies. Un paso. Otro paso. Otro paso. Avanzo despacio, sumida en otra realidad. No podría permanecer en esta; no lo soportaría.
Siento frio. En mis brazos, en mis piernas, en mis pies.... en mi corazón. Aunque eso no me importa, apenas lo noto.
Apenas noto las caricias, abrazos, toques en el hombro, palabras de consuelo. Simplemente porque no puedo dejar de avanzar. Y al mismo tiempo no quiero. Me da terror llegar a mi destino.
Mi mente ha decidido por cuenta propia asignarme esa misión, y así no pensar en nada mas. No estoy de acuerdo. No quiero llegar.
Hace frio. Oigo cuchicheos. Huele a tierra mojada... y a tierra movida.
Pero todo eso me da igual. Todo eso me da igual, porque el esta muerto, y yo me dirijo hacia su entierro.